El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

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miércoles, 29 de julio de 2015

Manual Abreviado para Laicos y Misioneros de los SS. Corazones

El próximo día 17 se cumple el 125 aniversario de la Congregación a que pertenezco. Se me ocurre publicar unas notas sobre el tema que me han guiado en diversas charlas a jóvenes misioneros en formación y también a laicos. Aquí van.

Cada familia religiosa tiene su propia espiritualidad. De otro modo ni siquiera se justificaría su existencia. Una espiritualidad propia supone que una persona o un colectivo leen el evangelio desde su perspectiva singular. Su talante, su sensibilidad, su carácter, las necesidades del entorno, las experiencias vividas le llevan a fijarse más en unos datos, textos o vivencias que en otros. Todos leen el mismo evangelio, pero los subrayados son muy distintos.

Es muy legítimo que tal suceda, pues nadie es capaz de abarcar la amplia gama de la espiritualidad cristiana ni de reproducir los múltiples acentos de la riqueza que manifestó Jesús en su vida mortal. Cierto que no se debe excluir ningún elemento esencial de la revelación cristiana, pero sí cabe enfatizar uno más que otro. La exclusión hace herejes o fanáticos. El subrayado otorga un perfil propio en el interior de la comunidad.

1. Joaquim Rosselló en los inicios del camino
En el inicio de una espiritualidad solemos encontrar a un personaje, de fuerte personalidad, que atrae a otros y conforma un grupo eclesial.  Así en las Ordenes y Congregaciones de la Iglesia, así en la Congregación de Misioneros SS. CC. Esta personalidad responde al nombre de Joaquín Rosselló que fundó la Congregación de los Misioneros de los SS. Corazones de Jesús y María (Mallorca).
El fundador nació el 28 de junio de 1833 en Mallorca y murió el 20 de diciembre de 1909. Su perfil remite a una infancia movida por el instinto de Dios, a una juventud piadosa, apostólicamente inquieta y generosa. A una madurez en la que engendra una Congregación dotada de la espiritualidad de los SS. Corazones, a la que transmite el gusto de la soledad, a la vez que el afán de trabajar por el Reino de Dios. A lo largo de su vida religiosa y apostólica desarrolla un poderoso carisma de dirección espiritual. Su palabra sencilla y convencida es apreciada y de muy buena gana recibida. Clérigos de gran talla espiritual acuden a él en busca de aliento y discernimiento.
El P. Joaquím Rosselló pasó inadvertido en el ámbito de la política, de la ciencia o la literatura. Ni por su cultura ni por su capacidad de mover los hilos de la convivencia ciudadana logró una especial relevancia. Es su irradiación espiritual lo que provoca un consenso de estimación y respeto. Al fundador de los Misioneros SS. CC. hay que agradecer intuiciones válidas y actuaciones destacadas en orden a restablecer la predicación en una época en que languidecía. Su inquietud apostólica rompió muchos moldes y rutinas.
2. Un carisma a compartir con los Laicos
Desde los orígenes se dieron numerosas y pujantes asociaciones en la Congregación. La casa de los SS. Corazones de Palma ha sido testigo de la formación recibida por muchos de sus miembros, así como de los buenos frutos que cosecharon. Ya celebrado el Concilio, con un nuevo clima y oteando otros horizontes, algunos grupos, como el de la parroquia Santiago Apóstol, en Bayamón, fueron adaptándose a lo que exigían los signos de los tiempos.
Mientras no surjan más precisas y fiables informaciones parece que la primera célula de Laicos Misioneros de carácter postconciliar, con el fin de vivir la misma espiritualidad y tener un marco de referencia común en la misión, aunque con diversos acentos y matices, cristalizó en la parroquia de Sta. Rosa de Lima (Sto. Domingo, RD), a mitad de la década de los ochenta, siendo Superior General el P. Aznárez. El grupo fue creciendo y estructurándose.
Habría que esperar el capítulo del año 1993 para que las cosas se formalizaran. El documento reconocía: somos conscientes que hemos entrado en una nueva dimensión de nuestro carisma. Nuestros laicos MM. SS. CC. son un precioso don del Espíritu Santo. En el capítulo del año 1999 ya la orientación estaba tomada desde años atrás. Por eso el informe del Superior General decía que ya no es opinable en la Congregación la promoción, el acompañamiento y, muy en breve, la colaboración organizada en nuestros ministerios de los Laicos Misioneros… Hoy es una urgencia inaplazable.
El capítulo del año 1993 definía los rasgos básicos de los Laicos Misioneros: son cristianos que reconocen haber recibido, entre los dones del Corazón de Jesús, la vocación laical y el conocimiento de nuestro carisma congregacional. En una Iglesia, todavía marcada por diferencias y categorías, subrayan la dignidad de la consagración bautismal, que a todos -varones y mujeres- nos hace radicalmente iguales, participantes del mismo sacerdocio, realeza y profetismo de Cristo. Quieren responder a la invitación de trabajar en la viña del Señor, que es el mundo entero. Se definen Misioneros Laicos de los SS. Corazones, contemplativos y servidores del Traspasado en los traspasados, misioneros del Amor de Dios, constructores de la Civilización del Amor, que consiste en el Reinado del Corazón de Cristo.
Ante la repetida objeción de que se ponía en marcha un grupo más, respondía el capítulo de 1999: Los Laicos y Laicas Misioneros de los SS. CC. no son un movimiento ni un grupo más. Son el desarrollo de nuestro carisma en el seno de cada Iglesia local. Quedaba clara la vocación de vivir la fe en el ámbito de la Iglesia local, impulsando sus iniciativas. Una espiritualidad diferenciada, dentro de los rasgos cristianos comunes, pero con la encomienda clara de unir a los miembros de la comunidad local y de trabajar estrechamente con los agentes de pastoral encargados.
3. La buena nueva en clave cordial
Entre las numerosas familias que se mueven por un estilo y un carisma peculiar en la Iglesia de Dios está la de los Misioneros de los SS. Corazones. Es muy normal y legítima la existencia de una amplia gama de carismas, pues en la Iglesia de Dios —que debe ser tierra de libertad y pluralismo— cada grupo y cada persona asimilan el evangelio de acuerdo a unas pautas que contemplan su sensibilidad, su carácter, su educación, las necesidades del momento, los signos de los tiempos.
Es legítimo que suceda así, pues nadie puede pretender abarcar la totalidad de los ricos y diversos matices de la buena nueva con igual intensidad. Cierto que una cosa es subrayar y otra excluir. No sería justo ignorar datos de lo que Jesucristo ha venido a decirnos. Cuando se deja en la sombra parte de una afirmación estamos al borde de la herejía y de la mentira. La herejía no es lo contrario a la verdad, sino una deformación de la misma. Una verdad que se ha vuelto loca, según se ha dicho.
En este sentido no hay que negar nada de lo que se halla en el NT. De manera que no es lícito excluir, pero sí subrayar. Además, lo que no hace una persona o un colectivo, lo hace otro. En este sentido hay que proceder con talante aperturista, ecuménico, saber que las diversas espiritualidades se complementan. Unas quieren reproducir la actividad de Jesús en medio del gentío, otras prefieren enfatizar su misericordia y acogida o contemplar a Jesús subiendo al monte para orar. El título de la Congregación nos orienta hacia sus objetivos y su estilo de vida.
4. Las resonancias del título
Misioneros: las buenas noticias hay que extenderlas. Se saborean mejor si no se mantienen a buen recaudo. El gozo es expansivo de por sí, necesita comunicarse. El secreto del sentido de la vida es una buena noticia que no debe guardarse bajo la mesa. Cuando las buenas noticias no se comunican se cubren de ceniza y acaban apagándose. La Iglesia entera es misionera, para esta tarea vive y existe, ella le otorga sentido. Está ahí para anunciar y para congregar a los hermanos. Somos llamados a ser hijos de la luz, pero con la astucia de los hijos de las tinieblas.
Laicos: todos los fieles cristianos son laicos: pertenecen al pueblo de Dios. En ello radica la dignidad y la identidad fundamental de todo cristiano. En un momento ulterior habrá que articularse y optar por un estilo concreto de ser cristiano: aparecerán los ministerios ordenados y la vida consagrada. En este sentido los laicos son los que no están ordenados y no son religiosos. Pero tales especificaciones son posteriores. La jerarquía se justifica en cuanto sirve y está en función del pueblo, no a la inversa.  Los laicos se santifican como laicos. Su tarea consiste básicamente en actuar como levadura trasformadora de la familia, la política, el trabajo, la cultura… El estilo laical es el modo normal y mayoritario de ser cristiano.
SS. Corazones: El corazón es símbolo de interioridad y de profundidad. Hablamos de algo que trasciende el órgano musculoso que sostiene la vida, cuyos latidos marcan la intensidad de los sentimientos que exaltan a la persona. Básicamente entendemos el corazón como la profundidad de la persona, su centro simbólico, de donde surgen los sentimientos, se enraízan las opciones y se nutren las más comprometidas decisiones. También el corazón es símbolo de afecto. Al respecto cabe decir que la persona se mueve por la vida con dos brújulas: la razón y el corazón. Con esta última -que usa mucho más, por cierto- va a la búsqueda de la ternura y ve cosas que, como se ha dicho, resultan invisibles a los ojos. (Continuará)

domingo, 19 de julio de 2015

El trasfondo del bilingüismo

No ocurre con frecuencia dado que la gente suele comportarse de modo educado o, al menos, estas son las apariencias. Pero de vez en cuando sí que en el Santuario de Lluc (Mallorca), donde resido, algún peregrino airado se hace notar contestando en castellano en las funciones litúrgicas. No es sólo por ignorancia del catalán. Queda claro, por el tono y el volumen de la voz, que, más que rezar, protesta porque la liturgia recurre a un idioma que le desagrada, Hace pocos días un señor entró en la sacristía gesticulando y reclamando que lo que procede es hablar la lengua mayoritaria.


Una reflexión sobre este particular, aun cuando muchos ya han tomado postura y que, como decía Einstein, es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio. Quienes blanden estos prejuicios normalmente leen poco y, desde luego, no lo hacen en catalán. La reflexión, pues, tiene una función algo terapéutica para los que ya están convencidos, aparte de intentar poner en orden algunas ideas sobre el particular.

La lengua es el primer punto de referencia en el ámbito del nacionalismo y la identidad. Nada extraño, pues, que se convierta en el campo de batalla donde luchan encarnizadamente los que están a favor del catalán / mallorquín y los que lo quisieran ahuyentar.

Favorecen la lengua mayoritaria

Los adversarios de la lengua vernácula en Mallorca tienen sus estrategias y argumentos. En primer lugar favorecen la lengua mayoritaria en el Estado. Quizá hablan de bilingüismo, pero para ellos las lenguas sirven para comunicarse y nada más. 

En este punto conviene decir muy claro que no. Van mucho más allà de la comunicación. Porque se da el caso de que la lengua tiene un montón de valores añadidos a lo que es propiamente el objetivo de la comunicación. La lengua lo ha hecho el pueblo a través de los siglos y en el dorso le ha dejado su huella.

Hay expresiones típicas que no admiten traducción. Hay refranes y modos de hablar íntimamente relacionados con la tierra, relatos que tienen que ver con la historia y la cultura del pueblo. Todo un patrimonio cultural que se revela como el alma de la etnia y el país. Con la excusa de la lengua común no se puede arruïnar un tal patrimonio. Quien quiera vivir en esta tierra ha de tenerlo muy en cuenta. Sólo así actuará con respeto y delicadeza.

No es lo mismo, no, comunicarse con la lengua que se ha aprendido en el seno materno que con la que se ha asimilado durante horas de estudio o escuchando sonidos extraños en la televisión. La lengua propia es la única que puede expresar todos los matices de los sentimientos y emociones de quien habla. Las otras sirven para comunicarse, cierto, pero no sirven para elaborar poesía.

Ninguna lengua debe dominar?

Otro argumento de los adversarios de la lengua propia consiste en apuntar al bilingüismo como ideal. Ninguna lengua sobre la otra. Argumento engañoso, a pesar de las apariencias neutrales. Saber dos o más lenguas es indudablemente digno de elogio y supone un gran beneficio para quien las habla. Ahora bien, es de toda evidencia que justamente la lengua que representa el más profundo patrimonio de un pueblo peligra frente a la que le es ajena. En efecto, el castellano no sintoniza con el genio del catalán y a menudo lo ha arrojado con malos modos del territorio como ciertas especies vegetales o animales colonizan las del propio sitio. A la historia me remito. 

En consecuencia es una libertad muy engañosa la de dejar que cada lengua se las arregle por sí misma. ¿No resultaría hipócrita asistir a la batalla entre un niño y un adulto, aparentando neutralidad y alegando que gane el más fuerte? Me recuerda los tiempos del apartheid en USA. Los negros sólo podían limpiar zapatos, se les prohibía todo otro oficio. Después decían: ¿lo ven? Los negros sólo están capacitados para hacer los zapatos limpias.

La lengua estatal tiene todas las subvenciones, todo el poder de los medios televisivos, de la radio y la prensa. Ha lastrado la catalana prohibiéndola de vez en cuando. Y ahora habría que dejar ambas en plena libertad de movimiento... ¡para que se imponga la más fuerte!

Estupendo y elogiable que las personas sean bilingües. Pero el medio, el territorio no es bilingüe. En sus entrañas nació una lengua y las otras fueron importadas. Quien no quiera caer en el cinismo deberá reconocer que lo que urge es favorecer la lengua más débil que es justamente la propia, típica, arraigada en la tierra donde se emplea.

Argumentos demagógicos

El último argumento contra la lengua, teñido con mucha demagogia, es el siguiente. El dinero que se gastaría en la promoción de la lengua, podria dedicarse a abrir más hospitales y reducir listas de espera. O a poner en funcionamiento más comedores escolares. Es preferible que la gente esté bien cuidada a que se gasten los recursos favoreciendo el idioma. 


Una primera moción: para los ciudadanos más cultos y conscientes estar bien cuidado tiene mucho que ver con el cultivo de la lengua. Una segunda moción: hay mucha demagogia e hipocresía en este punto de vista. Exactamente se podría decir que los dineros dedicados al Instituto Cervantes (que favorece el castellano en el extranjero), a la Real academia o a las bibliotecas de lengua castellana sería mejor destinarlos a los quirófanos y a adquirir libros para los escolares pobres. Pero esto no se les ocurre a los defensores del bilingüismo.

Nota: quien estas cosas escribe ha producido a lo largo de su vida más textos en castellano que en catalán. Este blog está también en castellano. Primero porque lo siguen viejos amigos y estudiantes de República Dominicana y Puerto Rico, países en los cuales frecuenté alguna Universidad. Segundo, porque nada tengo en contra del castellano ni de ninguna otra lengua. Las virtudes que reconozco en el catalán se pueden proyectar en el castellano “mutatis mutandis”. Trato de juzgar estos asuntos desde la razón y no desde la emoción. Aunque de por sí resulten emocionales y hasta viscerales. 



sábado, 11 de julio de 2015

Las ironías de Gulliver

Gulliver: le tienes horror a la humanidad. Pocas veces he leído andanzas y reflexiones con tan subida dosis de corrosión, sarcasmo e ironía. En la historia de la literatura difícilmente se conocen acusaciones tan graves contra la humanidad como las tuyas. Bajo unas apariencias frías, racionales y adustas, encierras proyectiles envenenados hacia el rostro del lector. Con todo, proyectiles elaborados con material genuino y válido en muchos casos.

Tú eres el protagonista de la famosa obra que lleva tu nombre: "los viajes de Gulliver". En realidad debes tu vida al escritor que te engendró, Jonathan Swift. Fue tal el éxito de tus andanzas que se vendieron diez mil ejemplares en tres semanas. Y esto allá por el año 1726, antes de la explosión demográfica, cuando los medios técnicos para editar eran menores y las técnicas de publicidad rudimentarias. Trasladando tiempos y números cabría decir que vendiste un millón de ejemplares en 20 días.


Costumbres racionales y patrióticas

Cuando te encontraste en el país de los cuadrúpedos racionales, más racionales que el hombre, a quienes nosotros damos el nombre de caballos, dijiste de los seres humanos cosas realmente preocupantes. Al preguntarte tu amo por las causas de las guerras le contestaste que eran innumerables. Así hablaste:

A veces la ambición de los príncipes, que nunca creen que tienen bastantes tierras o súbditos para gobernar; a veces, la corrupción de los ministros, que implican a los monarcas en una guerra para disimular el gobierno deficiente. Las diferencias de opinión han costado millones de vidas; por ejemplo, cuando se disputó si la carne era pan o el pan carne; sobre todo si el jugo de ciertas bayas era sangre o vino; si el silbar era un vicio o una virtud; si debía besarse un madero o arrojarlo al fuego; cuál era el color más adecuado para una casaca, si blanco, rojo o gris.

También señalas con el índice a la Iglesia, por lo que veo y por más que disimules. No te lo reprocho. Que las guerras continúan siendo inhumanas, aunque se las adjetive como santas. No me extrañaría que los cuadrúpedos a quienes hablabas se santiguaran -aunque no logro imaginarme cómo- cuando seguiste tu narración: Para destacar el valor de mis queridos compatriotas les aseguré haber visto cómo hacían saltar por los aires a cien enemigos de golpe, y a otros tantos en un barco, y contemplado cómo los cadáveres caían despedazados de las nubes, ante el gran regocijo de los que presenciaban la escena.

Sobre abogados, nobles y otros gremios

Gulliver: me asombro de que tu progenitor no fuera recluído en una prisión por largo tiempo cuando, en medio de las peripecias que relata, ofrece algunas definiciones que seguramente no son exactas -nunca está de más curarse en salud- pero que tienen su miga y resultan más corrosivas que los más poderosos ácidos inventados hasta el presente. En realidad, él mismo fue el primer sorprendido. Pero no, no le encerraron, sólo le tacharon de resentido y traidor.

No era para menos. Pues pone en tu boca, Gulliver, las siguientes palabras: existe entre nosotros una asociación de hombres instruidos desde su juventud en el arte de demostrar, a fuerza de verborrea, que lo blanco es negro y lo negro blanco, según las consignas del que paga. El resto de la gente es esclava de esta asociación. De los jueces dices así: se les selecciona de entre los abogados más expertos cuando éstos se vuelven viejos o perezosos.

Ya podemos hacernos una idea de cuál era tu opinión sobre los nobles: educados desde su nacimiento en la ociosidad y el lujo, con hijos escrofulosos, raquíticos o deformes. Y sobre los militares: el soldado es un humano a sueldo para matar a sangre fría el mayor número posible de semejantes suyos, que nunca le han ofendido en nada.

Un Gulliver para nuestro tiempo

Repito, no me explico cómo no hicieron desaparecer del mapa al autor de tus días, Gulliver. Sí comprendo que su libro no sea demasiado conocido entre nosotros. La capacidad de los hombres para digerir verdades -o insolencias, si se quiere- no es ilimitada. Un equilibrio a base de restricciones mentales, de piadosas mentiras y de silencios estratégicos resulta mucho más soportable e inocuo.

Lo cual sirve también para el lector del periódico de cada mañana. Quien mantiene los ojos abiertos lo percibe sin dificultad. A la prepotencia se la llama valor y decisión. A las construcciones que llevan a muchos al desalojo y reducen los sueldos se las señala como signo de progreso. Al deseo de sobresalir se le dice liderazgo y se designa al avaro como previsor.


Quizás nos despertaría del letargo la aparición de un Gulliver en nuestro momento histórico. Que en el telón de fondo de los acontecimientos supiera individuar los intereses económicos latentes, la inmoralidad que se intuye, la estampida egoísta que se presiente.

Ciertamente yo no firmaría las palabras de tu autor: odio y detesto a ese animal llamado hombre, aunque amo a Juan, Pedro y Tomás. Si más no, es suficiente motivo para amar a los hombres el hecho de que Dios mismo fuera uno de ellos.

Tampoco hay por qué aceptar cada una de las frías, calculadas y sarcásticas descripciones que haces de los hombres, amigo Gulliver. Tú mismo sabes que cargabas las tintas para mejor hacerte comprender y causar mayor impacto. Sin embargo, agradezco tus insolencias que estimulan a pensar, a vivir menos irracionalmente, a distanciarse de extrañas costumbres establecidas y criticar las inmoralidades que muchos dan por inevitables.