El Santuario de Lluc, donde reside el autor.

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lunes, 23 de febrero de 2015

Turismo religioso en Lluc

Clausura del Congreso sobre turismo y cultura


La Universidad de las Islas Baleares ha organizado un congreso internacional de turismo cultural con el objeto de realizar análisis, diagnósticos y formular perspectivas de futuro. Se celebró los días 19, 20 y 21 de febrero del año en curso.

Los dos primeros días las sesiones tuvieron lugar en el edificio Archiduque Luis Salvador de la Universidad. El sábado por la tarde las conferencias se dictaron en Lluc. Además, los participantes visitaron algunos espacios del Santuario.

Tres conferencias han tratado el tema de Lluc desde diversos puntos de vista. El espacio que sigue reproduce la que me encargaron a mí. Se trata de una traducción del catalán, idioma en el que se pronunció y que hablaba la mayoría de los participantes.

Turistas y peregrinos

A menudo, al hablar de turismo, se colocan adjetivos detrás del nombre. Turismo cultural o turismo religioso, por ejemplo. La verdad es que la distinción es un poco brumosa pues que el turista no tiene dificultad en combinar varios objetivos. Al santuario de LLuc, donde resido y trabajo, suben ciclistas y excursionistas, gente que quiere contemplar la naturaleza y gente que quiere rezar ante la imagen de la Virgen. Las páginas que siguen se limitan, pues, a exponer brevemente lo que piensa y hace la comunidad del Santuario a la hora de acoger a las personas que llegan hasta aquí.

Valga notar que los peregrinos que suben a pie o en vehículo tienen una perspectiva algo diferente del mero turista. Unas palabras sobre el particular.

El peregrino se deja empapar de las leyendas del lugar que visita y toma conciencia de que en el suelo del santuario se han ido acumulando numerosas capas de emociones, aflicciones y gozos a lo largo de los siglos.

Para los peregrinos cuentan menos las distinciones sociales, en el camino nivelan las jerarquías, todo se vuelve más horizontal. Lo mismo si el viaje se hace a pie como en un vehículo colectivo.

No hay que olvidar que el hecho de desplazarse ya tiene un valor. La meta es el camino, se ha dicho, en frase lapidaria y que merece una buena reflexión para ser captada en su profundidad. Aunque sin un punto preciso de llegada el conjunto queda algo devaluado desde la perspectiva religiosa.

La situación geográfica del santuario, a menudo aislada y elevada, junto con la belleza del paisaje —austero o exuberante—  se asocia a la armonía del cosmos. Se considera reflejo de la misma divina belleza.

El santuario se diferencia de la parroquia, a la que no debe suplir ni imitar. En principio debe ser un símbolo del Pueblo de Dios en marcha, un zumbido del misterio divino que atrae a los peregrinos. Misterio, naturaleza, fraternidad de los seres humanos, comunión con los antepasados, identificación con una misma cultura. Esto es lo que puede ofrecer y transmitir el santuario.

La acogida de carácter religioso

El profesor Sebastià Serra, organizador
del congreso, y Pere Muñoz, 
a punto de comenzar su charla
A menudo los peregrinos sube al santuario tras largas ausencias de la Iglesia o incluso manteniendo una franca hostilidad hacia ella. Por lo cual debe hacer la función de una puerta siempre abierta, favoreciendo el contacto con Dios y el regreso a la comunidad. Un personal expresamente dedicado a la acogida cumplirá una muy oportuna función.  Normalmente el peregrino es favorable a la confidencia.

Conviene que la acogida tenga presente el carácter específico de cada grupo, de cada persona, de sus expectativas y necesidades. Está fuera de lugar una acogida standard. Quien visita un santuario lo hace probablemente en circunstancias especiales: vive momentos de preocupación, incertidumbre, esperanza, sufrimiento, alegría, fracaso, agradecimiento... Otros buscan un sentido a la vida. Preguntan el porqué de tantas cosas, A partir de un tal estado de ánimo se facilita el diálogo.

La acogida implica amabilidad y deseo de compartir. En cambio el mero hecho de recibir tiende a ser pasivo e incluso puede coexistir con una actitud a la defensiva o para meramente cumplir el expediente. Se puede recibir alguien sin acogerlo. Para acoger hay que abrirse al otro y valorarle. Lo cual nada tiene que ver con un comportamiento meloso y una sonrisa extrapolada. Además el santuario es lugar donde se va y vuelve, no de permanencia. Por lo tanto, nada de proselitismo, y menos crear dependencias. El peregrino sólo circunstancialmente pisa el santuario y en estas condiciones es que debe ser acogido.

La acogida tiene unas exigencias en principio elementales, pero no por ello se deben descuidar. Hay que tomar en consideración el estado de las instalaciones, cuidar de la seguridad, funcionalidad y belleza del edificio. Oportuno resultará tener a punto la cafetería, salas de estancia, baños, áreas verdes y de descanso. Por supuesto que es importante la limpieza. Tales detalles invitan inconscientemente a los peregrinos a permanecer más tiempo en el santuario y a regresar cuando si hace al caso.

Ofrecemos algunos materiales litúrgicos, así como audiovisuales, que ofrecen alguna explicación del santuario, de la advocación de la Virgen en particular. El peregrino agradece que haya algún pequeño detalle de gratuidad.

Devoción popular a la Virgen

En cuanto a la religión o devoción popular debemos decir que la misma situación de Lluc constituye la inspiración primera. El amplio encinar, las rocas que parecen tutelar al caminante, las montañas en el horizonte, las tradiciones originadas aquí y los numerosísimos antepasados ​​que subieron las montañas, así como los actuales peregrinos, hacen del lugar un espacio peculiar y sembrado de emociones. Tanto más cuanto que ya se consideraba un lugar sagrado (lucus significa bosque sagrado) mucho antes del cristianismo.

Participantes en la clausura.
Cerca de un centenar. Sala de "la Santa Figura"
Se comprueba día a día la secularización intensa por la que transita el pueblo mallorquín. Se constata en la disminución de los participantes en la Eucaristía, así como en el rezo del rosario por la vía monumental del rosario, así como en otras muestras de devoción años atrás bien presentes. Sin embargo, no menguan las visitas a Lluc, más bien al contrario. Ni, por supuesto, al camarín de la Virgen.

Detallamos un poco más. La imagen morena de la Virgen es el centro de la atracción que irradia Lluc. La gente que sube, con pocas excepciones, va a ver o saludar a la Virgen, como se dice. El libro que hay a disposición de los visitantes poco a poco va llenándose de súplicas o experiencias que expresan la emoción del peregrino o simple turista. En dicho libro cada vez aparecen más idiomas extranjeros y algunos con caracteres árabes o del lejano oriente.

Aunque la idea no resulte tan popular, la comunidad trata de transmitir en homilías y escritos tres mensajes relacionados con la venerada imagen. Primero, la dimensión ecuménica de la Virgen que recibe peregrinos de todo el mundo. Por cierto, los de rito oriental necesitan más tiempo para venerarla ya menudo provocan largas filas. Para acentuar esta dimensión ecuménica unas oraciones del Beato Ramón Llull encuentran en el camarín su lugar y se han traducido al árabe.

En segundo se quiere sensibilizar a la gente respecto de la problemática social y de cara a una mayor solidaridad hacia los pobres. Por eso no es extraño escuchar homilías y leer escritos que se refieren al sufrimiento maternal de María. Se retoma así el verso de aquella canción: "per les passades dolors, morena sou en figura”.

En tercer lugar se acentúa el hecho de que los escolanes cantan a la Virgen cada día en nombre de todos los mallorquines. Y a partir de ahí procede hablar de la lengua y cultura que les y que ya cultivaron los antepasados. Defender la lengua, la tierra y el sentido de pueblo es un valor típico del santuario y que la Virgen, siempre encarnada en su pueblo, favorece sin duda.

Un signo muy apreciado consiste en beber el agua de la fuente cubierta. Se perdió la antigua afición de años atrás, pero todavía mucha gente sigue con la costumbre. Antiguamente era el signo que indicaba el final del peregrinaje, antes de entrar en el santuario. En una pared de la fuente hay una inscripción atribuida a Costa y Llobera que dice así: “Grans mercès d’aquesta aigua, Oh Reina i Mare, amb que apagau la set tan dolçament, dins nostres cors feis-n’hi brollar des d’ara l’aigua de vida eterna sempre clara que hi brolli eternament.” No es un sacramental estrictamente el agua de la font cuberta, pero mucha gente se aproxima a ella como si lo fuera.

Programación pastoral del Santuario de Lluc

1. Celebraciones de más relieve

Navidad (maitines, con el canto de la Sibil.la, del ángel y la calenda). Semana Santa (con "el plany de la Verge" de Ramon Llull, recitado por dos buenos locutores). Pascua, con las celebraciones adecuadas, particularmente la ceremonia del Sábado Santo).

La Diada: mucha gente sube a pie y participa de las diversas actividades religiosas y lúdicas. El recuerdo del día de la Coronación (10 de agosto de 1884) no mueve tanta gente, pero en este año se conmemoró el centenario de la dedicación de la Basílica, la remodelación de la hospedería y la obra de la vía monumental de la colina de los misterios.

2. Peregrinaciones y Jornadas (Asociaciones. Tercera Edad, Varios...)

La Part forana y Ses Marines son nombres que indican la deferación de diversas asociaciones de 3ª edad. Hasta 3.000 personas se reúnen en el amplio edificio de l’Acolliment. Luego está la subida a pie de la part forana organizada por los Antics Blauets y la que organiza el grupo  Des Güell a Lluc a peu. Igualmente suben la montaña, especialmente en primavera, numerosas asociaciones de Tercera Edad de diversos pueblos. Se encargan de las ofrendas, lecturas y cantos.

La fecha señalada para reunir a los enfermos acoge a una gran cantidad de personas con dificultades de salud y a sus acompañantes. La fiesta de Jesucristo Sumo sacerdote depara la ocasión para que el obispado invite a todos los sacerdotes de la diócesis y rinda homenaje a quienes celebran las bodas de plata y de oro sacerdotales. Además hay que contar con la abundante asistencia del día de la familia, la asamblea anual de la Confer (religiosos/as de Mallorca), etc.

También numerosas asociaciones de carácter devocional suben periódicamente a Lluc y algunos colegios traen cientos de alumnos, para unas jornadas en las que cabe el deporte, la espiritualidad y la convivencia.

3. Celebraciones pastorales habituales.

Cada domingo se celebran tres misas, la de las 11:00 con el canto de los escolanes. Los sacerdotes están a disposición para quien desea una conversación más personalizada.

Cada día los Blauets cantan la Salve. En los meses de más concurrencia, anteceden unas palabras en cuatro idiomas para explicar muy brevemente qué representa el santuario, la imagen de la Virgen y los niños cantores. Durante el mes de mayo también los niños hacen una oración muy breve diariamente.

4. Pastoral y celebraciones más personalizadas

Estamos siempre a disposición por si alguien desea hablar con un miembro de la comunidad. Hay poca demanda, pero la hay. No se rechaza a quien pide satisfacer alguna devoción más popular, como bendecir algún vehículo o medallas.

Se celebran algunos bautismos, primeras comuniones y bodas. Preciso es reconocer que merma este apartado, sobre todo en cuanto a las bodas. En cambio abundan las parejas que quieren celebrar las bodas de plata o de oro de su unión matrimonial.

5. Medios de comunicación

La acogida también debe reflejarse en los medios. Tenemos en marcha una Web sobre el santuario (informaciones sobre la historia, actividades religiosas, y aspectos más prácticos, como la hospedería y los restaurantes). También una revista, de las más antiguas de la isla,  (Lluc), y un suplemento de la misma (Comunicació-Lluc) con artículos, crónicas del día a día y fotografías.

No dejamos de lado Facebook, y disponemos de un canal de videos en Youtube, así como de blog sobre temática relativa al santuario. Finalmente hace poco se puso en marcha un espacio para ver un audiovisual que muestra la Serra de Tramuntana y se hace eco de la experiencia del peregrino. Da a conocer los aspectos más importantes del Santuario.

jueves, 12 de febrero de 2015

Mentes rígidas, flexibles y líquidas

De vez en cuando aparecen términos inusuales en los periódicos o por las emisoras. El lector, por poco que ejerza como tal, habrá tomado nota de que los panelistas, analistas y psicólogos se valen de unos adjetivos que sitúan estratégicamente detrás del sustantivo “mente”.

Se refieren a una mente rígida, flexible y líquida. La mente rígida podría equivaler a la del individuo fundamentalista. La mente flexible se corresponde con la persona elástica. Y la mente líquida bien podríamos equipararla al sujeto indolente o indiferente. 

La rigidez mental o el fundamentalismo

Algunas reflexiones a propósito del tema. La rigidez mental afecta a la salud, a la calidad de vida y a la capacidad de ser feliz. De ahí que las personas rígidas se depriman con mayor frecuencia y lleguen a sufrir trastornos de ansiedad. Dado que no consiguen adaptarse a su entorno, viven en permanente tensión.

No sólo su modo de comportarse tiene consecuencias físicas. Les cuesta entablar relaciones sanas, tienden a alimentar sentimientos de rencor y de aversión. Lo cual hace sufrir a quien se mueve a su alrededor. Es una consecuencia lógica de su manera de ser. No son capaces de negociar, de encontrar puntos medios, de adaptarse a las circunstancias… El núcleo familiar o profesional que les rodea se resiente de ello.

En algunos casos, no obstante lo dicho, sienten una gran ansia de poder, gozan teniendo quien les escucha. Los fundadores de sectas pertenecen a este grupo. Cuando consiguen auditorio se muestran arrogantes y autosuficientes. Nunca dudan de lo que piensan y hacen. Han desterrado muy lejos de si cualquier atisbo de autocrítica.

Al contradecir a tales personas reaccionan con agresividad verbal o física. Adoptan modos dictatoriales y se niegan a revisar su pensamiento y actuaciones. Gente de este cariz no sólo atentan contra las torres gemelas, hacen explotar los trenes, o siegan el cuello de sus prisioneros. También se las encuentra a escala menor, claro, en la calle, en casa y en la universidad.

Alguna terapia podría mejorar un tal modo de pensar y actuar, pero ahora simplemente interesa mostrar los síntomas. Y tras el fundamentalista, la otra cara de la moneda, la persona amueblada con una mente flexible.  

Mentes flexibles

Se convierte en una pesadilla la obligación de compartir la vida con quien es extremadamente perfeccionista y obsesivo. Con quien considera trascendente todo lo que le ocurre, se ofende por cualquier frase jocosa y no perdona ni cinco minutos de retraso, ni un papel fuera de la papelera.

La persona flexible contrasta con este perfil. Suele distanciarse de sus propios pensamientos, es muy capaz de reírse de sí mismo y no sólo porque se le observe desde la galería. No se le ocurre citarse a sí mismo porque intuye que tomarse demasiado en serio a uno mismo tiene un lado cómico tirando a ridículo. 

De igual manera que a los niños se les inculca la perseverancia de cara a conseguir el triunfo, también debiera enseñárseles el valor de saber perder. Hay ocasiones en la vida en las que se pierde y no queda sino atenerse a los hechos. Reconocer que uno ha fracasado en determinada empresa y que el mundo no se acaba por ello tiene su valía. Significa que uno no se toma demasiado en serio, que sabe ganar y sabe perder, que goza en los triunfos y no se deprime en el descalabro.

Muy saludable resulta saber posicionarse en el camino del medio tratando de evitar los extremos, el todo o nada, el blanco o el negro… Una mente flexible es capaz de ponerse en la piel de su interlocutor y escuchar. Escuchar, revisar sus esquemas mentales y cambiarlos si hace al caso.

Sí, es preciso relativizar los esquemas y cambiarlos si es necesario. Las propias creencias no son superiores a las de los demás la mayor parte de las veces. A este respecto bueno es recordar la anécdota de aquel occidental que llevaba flores a la tumba de su esposa. Unos nichos más allá un japonés portaba un plato de arroz a su difunta mujer. El primero le dice con sorna: ¿usted cree que su mujer se comerá el arroz? A lo que responde el oriental: ¿y usted cree que la suya olerá las flores?

Cuando alguien discrepa de lo que decimos, será recomendable poner en stand by nuestras ideas para observarlas al trasluz. Luego quizás podremos seguir el diálogo con menos prejuicios.

Mentes líquidas

Finalmente unas alusiones a la mente líquida. Con este adjetivo se pretende calificar un modo de pensar típico de la postmodernidad que anda a caballo entre lo indiferente y lo acomodaticio. Una tal mente considera que nada es verdad ni es mentira, sino del color del cristal con que se mira.

La frase es de Ramón de Campoamor y exactamente dice así: «en este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira». Todo es subjetivo, todo es relativo. Una conclusión pesimista donde las haya, aunque expresada de modo desenfadado. En realidad la frase en sí misma es contradictoria: nada es verdad ni mentira… pero esta afirmación se da por cierta.

La mente líquida no quiere tomar partido. Sea por convencimiento o por no desagradar, acepta todo y tolera todo. Más que de un individuo de anchas miras, flexible y tolerante, habría que hablar de un individuo indolente e indiferente al que todo le da igual. No se pelea con su adversario por cuestión de ideas, pues no dispone de ellas o, en todo caso, las alarga y acorta como un chicle.

El individuo en cuestión mantiene un contacto superficial con la gente. Es educado, hasta florece una sonrisa permanente en los labios. Pero en el fondo no valora las ideas ni tampoco a sus portadores. Sus proyectos son perecederos y le sirven para desenvolverse en el día a día. Carece de ilusiones y programas sólidos.

La mente líquida es la que abunda más hoy en día, como antes era la mente rígida. En cambio, la flexible no tiene muchos cultivadores. Es una lástima porque es la que favorece más la convivencia y aleja los conflictos. 

domingo, 1 de febrero de 2015

Soledad sonora, soledad muda

Como el caminante con la boca reseca va a la búsqueda del agua, así quien anda agobiado y excesivamente interpelado desea la soledad. Las miradas indelicadas o inmisericordes del prójimo atosigan al individuo. En tales circunstancias trata de mantener a buen recaudo su intimidad. Con lo cual acentúa la tensión psicológica y espiritual que exige a gritos prolongadas pausas de soledad. El individuo necesita estar solo o, al menos, en una compañía acogedora y amistosa.

Sin embargo, y por contraste, acontece también que la soledad es un yugo pesado del que uno desea desembarazarse con todas sus fuerzas. Tanto más pesa la soledad cuanto más rodeado de gente se halla quien la sufre. Despertar de noche o de madrugada y sentirse irreparablemente solo, aunque en la casa y en la misma habitación haya otros seres humanos, es una sensación real, aunque difícil de describir. Quizás un preaviso de aquello que escribió Rilke en sus "cartas a un joven poeta": "porque en último término, y en las cosas más importantes, nos encontramos indeciblemente solos".

Por eso el ama de casa que permanece sola durante muchas horas busca desesperadamente una voz humana que le haga compañía y sintoniza la emisora de radio que probablemente no escucha. Sólo oye una voz cerca de ella. Y antes de marcharse a la cama el anciano se mantiene largas horas frente al televisor. Cabecea una y otra vez arropado por una voz y un busto que le relatan guerras en latitudes desconocidas. En realidad no le importan, pero la voz le ayuda a hacerse la ilusión de que no está solo. 

Soledades pavorosas

Hay soledades peores. Gente que un día vivió rodeada de personas que demostraban auténtico cariño y ahora, tras acumular muchos años sobre sus espaldas, están solos. Sus amigos fueron cayendo uno tras otro. Sus hijos están muy ocupados con el trajín de la vida y del trabajo. Ellos rumian los recuerdos de años atrás. 

¿Qué decir de la soledad de dos personas en perpetua compañía y que yacen en una misma cama? Matrimonios en los que ha prescrito totalmente el amor, expulsado por mil indelicadezas, quizás anulado por la amargura o el odio. La pareja ha dejado de quererse. Desearían vivir separados, pero les retiene juntos la soga de la rutina o de los intereses. ¡Tan cercanos y tan solos!

Está también la soledad del joven rodeado de amiguetes, que vive pendiente de las citas con el muchacho/a de turno. Huye atolondradamente de sí mismo, ahuyenta la soledad con muecas y aspavientos. Apura las fiestas hasta el último minuto, busca pretextos para la compañía... Pero fracasa una y otra vez en su deseo de vivir realmente acompañado. La soledad que tanto detesta le persigue como a su propia sombra.

Otra soledad es la de la muchacha que desea compañía y amor para construir un proyecto de vida y de hogar. Pero no encuentra sino propuestas para pasar el rato, sólo interesa por unos días, quizás por una noche. Se siente instrumentalizada e impregnada de tristeza. Duda acerca de si es ella la que carece de atractivo o si quienes la rodean se comportan como reptiles arrastrándose a ras de tierra. Otras almas gemelas sufren la misma pena en la distancia. Pero no se encuentran. Y permanecen solos, con una soledad que temen se alargue indefinidamente.

Soledades gratificantes

Sin embargo, la soledad tiene sus amantes y cultivadores. Mucha gente desea unas semanas de retiro total, lejos del mundanal ruido, que decía el poeta. Otros miman sus horas de soledad para compartirlas con su computadora. Algunos saben sacar las mejores notas y acentos a este instrumento que para ellos es la soledad. Juegan con él, lo abrazan, lo miran al trasluz y se impregnan de su olor y atractivo.

Algo tendrá la soledad cuando los grandes hombres de ciencia y de poesía se han sumergido en ella para dar lo mejor de sí. Cuando en toda la historia religiosa de la humanidad siempre ha habido ermitaños, monjes y contemplativos que han corrido tras su perfume. Los grandes místicos iban detrás de la soledad como moscas en pos de la miel. Y le escribían sonetos mezclados con lágrimas gozosas, evocaban sus virtudes y consideraban su sonoridad. Porque, efectivamente, para ellos la soledad era sonora.

Algún resorte habrá que modificar en nuestra sociedad cuando tantísima gente muere de soledad en medio de una multitud de personas que van y vienen por las carreteras, hacen cola en los lugares de comida rápida y se arraciman en las ferias. Pocas contradicciones tan elocuentes se constatan en nuestro mundo como la de quienes llaman sonora a la soledad y quienes la padecen agónicamente en medio de la multitud.